una profesión en peligro de extinción
Las barquillas de la zona resisten el paso del tiempo en plena era tecnológica. Recuerdan que existió una época, no tan lejana, 60 años atrás, en la que los hombres de la mar salían a faenar en sus pequeños botes; luchando contra los elementos y navegando a vela o a remo. Entonces, la pesca era abundante, pero el precio de las capturas se mantenía muy bajo y las condiciones del oficio exigían un gran sacrificio. Hoy en día, los motores y las artes de pesca permiten que esta dura profesión resulte algo más cómoda, pero la pesca es tan escasa que no da para vivir. Sin duda, nos encontramos ante la última generación de pescadores artesanales de Las Canteras.
Unas seis décadas atrás, en el otro extremo de la playa se encontraban algunas de las factorías de pescado más importantes del Archipiélago Canario. El enlatado y la salazón de atún y de sardina constituían, entonces, los productos estrella. El auge de la industria conservera era tal que acaparaban todo el atún que se pescaba en Canarias y en una parte del banco canario- sahariano. La aparición de los frigoríficos revolucionó la conservación de los alimentos e hizo desaparecer a las conserveras canarias, aunque este hecho dio paso a la posibilidad de que, a partir de entonces, podamos consumir el pescado fresco, con su máxima calidad.
La pesca y la gastronomía marinera dan un toque auténtico a Las Canteras. En las múltiples terrazas y restaurantes de su paseo, se pueden degustar las delicias del lugar: un sabroso choco, una vieja a la espalda o un sancocho canario; todos ellos, platos irresistibles procedentes de nuestro mar.