Hogar, despensa y defensa
Los primeros asentamientos en El Confital se remontan a los antiguos aborígenes. Las cuevas de esta bahía, donde refugiarse y desde donde vigilar, unido a los recursos alimenticios de origen marino, hicieron que los primeros pobladores de Gran Canaria eligiesen este lugar para vivir.
La Cueva de los Canarios es un buen ejemplo, un conjunto de gran importancia arqueológica que se localiza en la cima de la montaña de El Confital. Con un acceso sencillo fue una estratégica atalaya para los primeros aborígenes, un lugar privilegiado con una imponente panorámica desde el que vigilar toda la bahía de El Confital, las Canteras y gran parte de la costa norte. Consiste en un conjunto de cuevas habitación que se sitúan en diferentes niveles excavadas en la toba volcánica aprovechando los orificios y oquedades existentes previamente. Todas ellas bajo un gran arco natural que hace de protección. En el año 2009, fue declarado “Bien de Interés Cultural”, bajo la categoría de zona arqueológica “La Cueva de los Canarios”.
En esta zona se ha localizado una cantera prehispánica de dónde los antiguos pobladores extrajeron piedras para molinos manuales, fundamentales en el proceso de molienda del cereal. Además, tanto en el litoral como en las zonas altas existían acumulaciones masivas de conchas (principalmente lapas), llamadas concheros a modo de antiguos vertederos.
También se conoce la ubicación de dos “talleres líticos”, frente a la Punta del Confital, donde se realizaba la talla de piedras para su uso como herramientas. Se han encontrado materiales acumulados con núcleos, restos de talla, lascas o piezas con filo realizadas con basalto y callaos litorales.