A la entrada de la ciudad por el sur, la imponente escultura de nueve metros de alto, el Tritón y la arena negra de la playa de La Laja saluda al visitante que llega a Las Palmas de Gran Canaria. Esta playa, que a punto estuvo de desaparecer bajo el asfalto, no sólo ha sido preservada sino que ha sido remozada y potenciada recientemente con una actuación paisajística.
La Laja fue siempre la playa de los vecinos del Cono Sur de la ciudad. Con la construcción de nuevos accesos y la creación de tres piscinas naturales ha sumado los atractivos de esta playa que se ha convertido en un foco foco de atracción de residentes y visitantes.
Frente al mar abierto, la playa es atravesada por fuertes corrientes que obligan a extremar la precaución en el baño. Un dique sumergido a pocos metros de la orilla impide al oleaje romper en la orilla y asegura la tranquilidad de los bañistas.