Los más de 20 kilómetros de costa de que disfruta el municipio de Las Palmas de Gran Canaria, así como sus atractivos naturales e infraestructuras, convierten a esta ciudad en un destino deseable par cualquier amante de las inmersiones y de los fondos marinos. Ya sea en las playas, para los menos iniciados, o en pecios a 40 metros de profundidad, en el suelo marino del municipio se encuentran tesoros a la vista de unos pocos. La ciudad cuenta con una docena de escuelas y clubes de buceo donde pertrecharse de todo lo necesario para las inmersiones o para aprender a sumergirse.
Para iniciarse en el mundo del buceo lo mejor es empezar por la playa de Las Canteras donde se ubican las zonas de inmersión de Playa Chica y Playa Grande. La zona es ideal para lanzarse con gafas y tubo ya que las profundidades rara vez pasan de los dos metros y en sus fondos se podrán observar decenas de especies marinas y sebadales que convierten los fondos en poco menos que una pradera.
Para un nivel más experto, y sin ir muy lejos de Las Canteras, se encuentra la zona conocida como Baja San Fernando, justo detrás de La Barra. A poco más de 20 metros de profundidad se encuentra esta formación rocosa muy apreciada por los submarinistas profesionales por su forma laberíntica, sus arcos de piedra y sus cuevas. Entre El Confital y La Puntilla los buceadores disfrutarán también de las formaciones rocosas sumergidas del Roque Matavinosy un poco más lejos, al norte de La Isleta de las impresionantes vistas de La Catedral, un macizo rocoso con profundidades que van desde los seis a los 40 metros de profundidad.
Para los más aventureros los fondos del litoral capitalino también ofrecen pecios (barcos hundidos) en los que pasear junto a los peces. El más llamativo por su tamaño (110 metros de largo) y estado de conservación es el Kalais, un antiguo mercante hundido a pocos metros del dique Reina Sofía. Algo más al norte, cerca de La Isleta, se puede visitar el Ángela Pando y su impresionante hélice casi intacta. Y por último, frente a la playa de Bocabarranco, descansa el navío Arona, un pecio muy considerado por sus grandes torretas y sus amplias bodegas.